Los pueblos cercanos a los Picos de Europa son encantadores y llenos de historia, y fue fascinante explorarlos y descubrir su rica cultura. Además, la comida local era deliciosa y auténtica, con productos frescos y de la región. Me encantó probar los platos típicos de la zona, como la fabada asturiana y el queso de cabra de los Picos de Europa. Todo ello acompañado de un buen vino local, que complementaba perfectamente los sabores de los platos.